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Acceso gratuito
Idioma: catalán e italiano
Actividad en el marco de la exposición Sense esquerda no hi ha punt de llum
Sergio Fausttini ofrecerá una conferencia-concierto sobre la música disco italiana de los años 80. La sesión contará con una selección de temas de italodisco con incursiones en el Sabadell sound y alguna otra ramificación, hasta llegar —como decía Borges— “al ápice” del estilo, personificado en la figura de Sabrina Salerno.
Mientras suena la música, y sin dejar de bailar, comentaremos algunas peculiaridades del estilo, como las letras, la autoría, la estética o los videoclips.
La única premisa innegociable es que deben bailarse todas las canciones.
A cargo de Sergio Fausttini.
Sergio Fausttini (a. k. a. Sergi Fäustino) nació en Rimini. Su padre era carbonero y su madre trabajaba en una fábrica de aceite poniendo etiquetas de IGP Toscano en el aceite que llegaba de Jaén. Un día, su padre invitó a su mejor amigo a comer y, cuando terminaron, el amigo dijo que la pasta que les había preparado la mamma era “correcta”, a lo que siguió una fuerte discusión que fue subiendo de tono hasta que su padre hizo lo único que podía hacer para salvaguardar el honor de la familia: cogió la urna de mármol de Colonnata donde tenían el lardo y la aplastó en la cabeza de su amigo. Acto seguido, colgaron el cadáver por los pies en la viga de la cocina, hicieron las maletas y emigraron a Irlanda del Norte. Ya en Irlanda, Sergio se buscó la vida como pudo. Trabajó de dependiente en una tienda de animales de compañía y vendió unos ratones a Richard Gere, después se dedicó a vender droga a la salida de las escuelas y más tarde encontró trabajo como conductor de ambulancia. Fue allá donde conoció a Jimmy McShane (a. k. a. Rubi). Un día que tuvieron que llevar a Jimmy Sommerville a que le hicieran un lavado de estómago, Rubi comentó a Sommerville que era bailarín y este le dio el contacto de Maurizio Bassi. Bassi estaba buscando un frontman para su nuevo proyecto llamado Baltimora y lo fichó. Sergio acompaña a Rubi de vuelta a Italia y se introduce en los círculos del italodisco. Desde la perspectiva que le da cierta distancia, se da cuenta de que el movimiento se articula en torno al concepto de misterio, así que —recuperando la profesión paterna— se especializa en poner humo en las actuaciones y en los videoclips. Triunfa como la espuma y trabaja con todos los grandes del género hasta que la cosa decae por culpa del house, que remata y sustituye al italodisco. Cuando la cosa se acaba, Sergio se interesa por la danza, pero eso, como decía Conan el Bárbaro, “ya es otra historia”.