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El Colectivo de Investigación Audiovisual 1080 mantuvo, en Junio de 2025, un encuentro con Celeste Rojas –directora de Una sombra oscilante– y con Florencia de Mugica, productora de la película. Se trata de un film atípico, rodado en 16mm, que tuvo su origen en el archivo fotográfico del padre de Celeste, militante del MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria) en los años 70 y 80 en Chile. A partir de estas fotografías tomadas por su padre, Celeste realizó primero una instalación con proyectores de diapositivas sincronizados; más tarde llegaron la publicación, el cortometraje, y finalmente el largometraje. Gestada a lo largo de varios años, Una sombra oscilante ha pasado por diversos labs (ARCHÉ DocLisboa, Frontera Sur Lab, Pitching Documental Doc Montevideo...) y por más de una treintena de festivales de todo el mundo, ganando una mención especial del jurado en FIDMarseille, el Premio a la mejor película chilena en FICValdivia, el Premio a la mejor película en FIDCOS o el Premio DOCMA en el Festival L'Alternativa, entre otros. A medio camino entre el documental y el videoensayo más personal y experimental, la ópera prima de Celeste Rojas es un ejemplo de cine realizado desde una pulsión artística, una obra que desafía a las inercias y convenciones de la industria.
Unos días después del encuentro con Celeste y Florencia en el Santa Mònica, el Colectivo 1080 presentó la proyección del film en el cine Zumzeig y moderó un Q & A con su directora.
Aunque al teclear 11–S en Google, todas las imágenes y páginas web que aparecen hacen referencia a las Torres Gemelas, este no fue el único 11 de septiembre trágico de la historia. El 11 de septiembre de 1973 tuvo lugar un Golpe de Estado en Chile que acabó con la vida de Salvador Allende e instauró al dictador Augusto Pinochet en el poder. La dictadura duró nada menos que hasta 1990, y según los informes de la Comisión de Verdad y Reconciliación, la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, y la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, el número de víctimas de la dictadura ascendió a más de 31.000 entre torturados, desaparecidos y ejecutados. Además, se calcula que unas 200.000 personas sufrieron el exilio.
En Una sombra Oscilante, Celeste Rojas reflexiona en torno a unas fotografías que su padre tomó en los años 70 y 80, cuando ella ni siquiera había nacido. Muchas de ellas son imágenes de revueltas y manifestaciones, fotografías que encuentran de algún modo su eco en el estallido social del año 2020, cuando Chile salió a la calle a protestar por –entre otras razones– el desmesurado incremento en los precios del transporte público.
Lucho Rojas no tenía pensado ser fotógrafo, pero las circunstancias –y la dictadura– lo convirtieron en uno. Militante del MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria), de la noche a la mañana se vio a sí mismo con una cámara colgada al cuello. "A partir de ahora eres fotógrafo", le dijeron. Entonces fue cuando Lucho se dio cuenta del poder de las imágenes. Sin saber todavía, claro está, que su futura hija se convertiría años después en fotógrafa, como él.
Durante la dictadura, Lucho se acostumbró a vivir con miedo, a saber que la muerte podía acechar en cada esquina, a hablar en clave, a tomar fotografías con disimulo, a seguir desde la distancia, a tener varios nombres; en definitiva, a ser otro.
En Una sombra oscilante vemos en escasas ocasiones el rostro de Lucho. Si que vemos, en cambio, sus manos; muy a menudo. Las mismas manos que pulsaron infinitas veces el disparador de la cámara, incluso a pesar del riesgo que implicaba. Pero aunque vemos poco su rostro, escuchamos a menudo su voz, conversando con su hija, que intenta así reconstruir una historia plagada de vacíos, de tabús, de agujeros negros. A ratos, Lucho parece esconderse detrás de sus palabras, es esquivo, elude ciertos temas. En otros momentos, en cambio, se sincera, intuyendo que a lo mejor es ese uno de los métodos para lograr que las heridas cicatricen. "No estábamos hechos para vencer, pero eso uno no lo sabe hasta después", le dice a su hija. No vencieron, pero lucharon. Tal vez no hasta la victoria, pero sí hasta el final. En el año 1990 terminó la dictadura, pero el poso del miedo todavía pervive, como los efectos de una pesadilla que se resiste a desvanecerse en la memoria. De hecho, varias décadas después, aún hay personas que se dirigen a Lucho por alguno de sus nombres en clave.
¿Cuál es el sentido político, histórico y simbólico de las imágenes? ¿Cómo nos relacionamos con ellas? ¿Cómo las interpretamos a lo largo de la historia? Por supuesto, existe en nosotrxs la intención de la objetividad. Por supuesto, sabemos que se trata de una meta inalcanzable. Porque durante una interpretación siempre surgen preguntas, siempre quedan vacíos, siempre nos falta contexto. Por eso, tal vez, son tan poderosos los archivos de imágenes, por todas esas preguntas que son capaces de generar. Susan Sontag, Roland Barthes, Judith Butler, John Berger, Walter Benjamin... muchos han sido lxs pensadorxs que han reflexionado sobre la fotografía y su intrínseca relación con la memoria, y muchas son las páginas que han escrito al respecto. En su ópera prima, la fotógrafa –y ahora cineasta– Celeste Rojas se aferra al punctum de varias fotografías y, a partir de ahí, hace que transcurra la historia. O, al menos, una de las historias posibles.
En Una sombra oscilante, la conversación entre Lucho y Celeste es fragmentada, dispersa, sinuosa. Por momentos, incluso juguetona. Porque lo lúdico no tiene por qué estar enfrentado con lo importante, con lo trascendental. Fijémonos si no en los niños, que se toman sus juegos completamente en serio. Como Lucho y Celeste, que a ratos juegan y a ratos nos muestran fragmentos de una historia que nunca podrá ser recompuesta por completo. Disfrutando a la vez de ese proceso, en parte mágico, en parte alquímico, que es el revelado analógico de fotografías. Observando cómo las imágenes aparecen, poco a poco; siendo conscientes de que, en cierto modo, su aparición saca también a la luz pequeños fragmentos de la historia de Chile.
¿Cómo hacer películas en las que prevalezca el compromiso artístico? El Colectivo 1080 presenta una sesión para reflexionar y dialogar sobre esta pregunta junto con la proyección de una película que explora el peso íntimo y político de las imágenes para abrir un espacio donde pensarlas como acto de resistencia.
Zumzeig
Carrer Béjar, 53. Barcelona
Metro: Sants (L5), Tarragona (L3), Hostafrancs (L1)
DOMINGO 15.06.25 A LAS 19H